Sin lugar a dudas, la mayoría de la población mundial habita en las ciudades, siendo la región latinoamericana la más urbanizada. Principalmente en América Latina, emergen en el paisaje urbano de las principales ciudades, viviendas autoproducidas por la población, construidas a base de lucha y empeño de los sectores más empobrecidos, para hacerse un espacio en la ciudad y buscar con ello mejores oportunidades de vida.

En este breve artículo resaltaré el papel que han desempeñado las mujeres en la construcción de vivienda y hábitat, a partir de las acciones colectivas emprendidas en un barrio de origen informal de la ciudad de Managua. Este caso nos muestra, que el papel de las mujeres ha sido determinante en la construcción de sus barrios y ha trastocado los roles de género mediante diversas acciones colectivas y prácticas organizativas impulsadas, lo que ha contribuido en la transformación social.

Los habitantes del barrio Sol de Libertad, al igual que muchos otros, han tenido la valentía de dejar todo atrás y forjarse un futuro en la ciudad. Ellos al igual que la población que habita en este tipo de espacios levantan sus casas sin apoyo y sin servicios, las hacen como pueden y donde pueden desafiando la planificación urbana.

Es fundamental comprender las prácticas organizativas, las acciones colectivas y la ciudadanía ejercida por la población que habita en asentamientos informales para mejorar su inserción en la ciudad y acceso a servicios urbanos desde una perspectiva de género. Los roles de género asignados socialmente han sido trastocados por las prácticas organizativas de las mujeres lideresas del barrio Sol de Libertad de la ciudad de Managua.

Las narraciones de las mujeres líderes por obtener primero suelo urbano y luego vivienda dan cuenta de que es la población más empobrecida la que comanda y lidera procesos de construcción de hábitat. En el caso de Sol de Libertad, la historia de surgimiento y consolidación del barrio, revela el papel que han desempeñado las mujeres en este proceso.

Paula Soto, (2018) expone que “las mujeres se presentan a sí mismas como actoras, (…) dan respuestas colectivas en los procesos de autoconstrucción de vivienda y en el mejoramiento de la infraestructura” (p.23)

A pesar que hay estudios que caracterizan a estos asentamientos como sitios de baja politicidad, encontramos que la movilización y la gestión principalmente de las mujeres, en la producción de sus barrios, genera procesos de participación importantes que trasciende el ámbito del espacio privado situándolos en el espacio público.

Las mujeres que forjaron el nacimiento del barrio Sol de Libertad

En el barrio Sol de Libertad, las mujeres idearon estrategias y prácticas organizativas para apropiarse de los terrenos de lo que hoy constituye el barrio. Rápidamente y favoreciéndoles, la oscuridad de la noche, colocaron los primeros postes de lo que luego serían las primeras viviendas. Idearon estrategias para burlar la seguridad policial, se organizaron y mientras unas se dirigían a los distritos de las alcaldías, otras se quedaban cuidando y defendiendo el territorio conquistado.

Al mismo tiempo que aseguraban el territorio, la siguiente tarea era acceder a agua potable. Para resolver esa necesidad compartida, realizaron un repertorio de acciones colectivas y procesos organizativos. Me cuenta doña Elsy que tenía que levantarse a las dos de la mañana para conseguir agua del anexo a Villa Libertad (barrio contiguo al terreno tomado). Provista de algunos baldes recogían el agua para llevar a sus precarias viviendas. Aprovechaba la recolección del agua para apenas darse un baño en el lugar y lavar su ropa, limitando su uso y satisfacer las necesidades con el escaso recurso que lograba conseguir. Luego, debía recorrer cuesta arriba el camino sumamente pedregoso e inclinado para llevar el agua a su precaria vivienda.

Al conversar con doña Elsy, Karla, doña Eva y Maritza, todas ellas fundadoras de Sol de Libertad, afirman que vinieron a poblar el barrio a pesar de las condiciones adversas del terreno y pasando por alto el peligro que representa un cauce natural que divide en dos al barrio y que cada año gana ancho y profundidad, lo que conlleva un alto riesgo para la población. Todas coinciden en afirmar que “era la única oportunidad para obtener un pedazo de tierra donde vivir”.

Teníamos miedo que nos vinieran a desalojar, pensábamos que no nos podíamos quedar sin casa, viviendo en la calle. Yo tenía miedo que demolieran mi casita con todo el esfuerzo que habíamos hecho. Me preocupaba ver en el suelo todo mi sacrificio. (Cristina)

Sol de Libertad, al igual que otros barrios autoproducidos por la gente, son la contracara de la llamada ciudad formal, constituyen territorios de diferencia y desigualdad marcados por la pobreza de su hábitat. Cravino, (2016) los caracteriza como “fragmentos de ciudad sin estatus de ciudad”. Para las mujeres como “las hacedoras de Sol de Libertad”, la toma de tierras fue la única opción para tener una vivienda.

Según las narraciones de las mujeres líderes y fundadoras del barrio, el acceso a agua potable y luego luz eléctrica significó una serie de gestiones, luchas y resistencias que les tomó un período de entre 6 y 8 años. Pero, además, asumir los costos de los materiales y la mano de obra, que para la población más pobre resulta sumamente más costosa además de ser de muy baja calidad.

En la lucha por contar con acceso al agua potable, doña Elsy relata: “las mujeres también trabajamos bastante. Nosotras mismas también cavamos para poner el agua potable”. Añade doña Eva, “triunfamos con el agua. Al barrio le cuesta. Igual hicimos con la luz al inicio, nosotros la pusimos”.

Los aprendizajes de la organización

Las líderes y fundadoras de Sol de Libertad han aprendido que organizarse y trabajar para conseguir mejores condiciones en el barrio, les ha dado un crecimiento como mujeres que se distancian de los roles tradicionales. La regularización de los terrenos, la gestión de servicios públicos, la elaboración de peticiones para contar con títulos de propiedad ha tenido resultados. A su vez, han aprovechado a organizaciones no gubernamentales para acceder a créditos pequeños y flexibles para mejora de sus viviendas, pero además para gestionar con los organismos proyectos encaminados a reducir las condiciones ambientales difíciles que presenta el barrio. Además, se han capacitado y fortalecido sus liderazgos y, producto de los procesos de formación, han reelaborado sus necesidades como demandas y derechos.

La organización de las mujeres y su papel en la mejora de su hábitat, articulada al tejido social barrial, copan la vida diaria de sus barrios. Se organizaron para atender necesidades individuales pero también colectivas y han ganado espacios de dirección en la organización barrial. Las difíciles condiciones en las que habitan la ciudad son leídas por las lideresas como potencialidad para el impulso de la organización y realizar sus utopías y sueños.

Las mujeres lideresas de Sol de Libertad han generado lazos de confianza que las unen con la población que habita en los barrios. A pesar de los nuevos liderazgos impuestos en los barrios por el partido de gobierno, las lideresas históricas representan un liderazgo muy presente e influyente. Han forjado su liderazgo a lo largo de más de 25 años. No son líderes coyunturales en atención a un proyecto o a un gobierno. Su liderazgo está enraizado en el contacto directo con la amplia red que han tejido a lo largo de su vida. Están más cercanas a impulsar prácticas organizativas comunitarias, solidarias y cercanas a la igualdad.

Para ellas, las tareas de organización, movilización y gestión de la demanda social de los habitantes es parte fundamental de sus vidas. Por ello, la nueva dirigencia barrial impuesta no logra movilizar ni hace mella ante el liderazgo de las mujeres que como Elsy, Eva, Maritza y Karla se han fraguado en la lucha por conquistar un espacio en la ciudad y habitar Sol de Libertad.

Sin duda, estas mujeres han jugado un papel determinante en la construcción de sus barrios y se requiere de ese conocimiento del territorio y de su gente, del conocimiento de la diversidad de las desigualdades localizadas en el barrio, para que en conjunto con la población y de la mano de sus liderazgos, las distintas escalas territoriales de las injusticias urbanas sean colocadas en la construcción de una agenda urbana sostenible, democrática y sustentable.

Referencias
Cravino, María Cristina (2016). “Desigualdad urbana, inseguridad y vida cotidiana en asentamientos informales del Area Metropolitana de Buenos Aires”, Etnografías Contemporáneas 2 (3), pp.56-83.
Soto Villagrán, Paula (2018). Hacia la construcción de unas geografías de género de la ciudad. Formas plurales de habitar y significar los espacios urbanos en Latinoamérica. Perspectivas Geográgicas Vol.23 No2. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/pgeo/v23n2/0123-3769-pgeo-23-02-13.pdf